Exhaustivo seguimiento

Si antes la información corría a través de los llamados “cauces tradicionales”, por ejemplo, la prensa, en la actualidad esos conductos han pasado a un segundo o tercer término y ahora quien recibe el mensaje (él, tú, yo), puede actuar, también, de transmitente de la información: el receptor del caudal informativo se convierte en cauce de la información. Trasladado a lo comercial, el público objetivo o el cliente es, además, conductor del mensaje.

Y si lo anterior debe ser motivo de reflexión, lo es aún más la transmutación de ese mensaje cuando discurre por el cauce formado de individuos, enriqueciéndose con las aportaciones del conducto donde transita y evolucionando a través de los comentarios, las críticas e, incluso, inadecuadas interpretaciones. Por eso, es fundamental que el emisor primigenio realice un exhaustivo seguimiento de ese desigual e incomparable fenómeno comunicativo, para aprender de su metamorfosis y atajar las nocivas fluctuaciones (fuente de la imagen: elaboración propia).