Escucha activa

Terminé la tarde en una cafetería de una tradicional barriada de Málaga (España), frente a un parque donde jugaban peques de todas las edades, pero no similar al trozo de dibujo que te dejo en el encabezamiento (si quieres verlo al completo, clickea AQUÍ), reunido con un potencial comprador de una maquinaria que me han encargado vender. Sorprendido me quedé con el estilo genuino de este foráneo, talante negociador que raramente lo distingo en los autóctonos, siempre centrados en ganar a cualquier precio, sin ninguna empatía o condescendencia con el interlocutor. 

Percibí su interés en ayudarme, en buscar puntos de encuentro que favorecieran la posición comercial. Con independencia que se llegue o no a un acuerdo, cuando el marco negociador cumpla todo el condicionado y plazos, debo decir que fue todo un “lujazo” profesional disfrutar el momento. Terminó el encuentro sin frases típicas, estrechándome la mano de forma correcta y receptiva, con una sonrisa franca y una faz globalmente considerada, mientras mi cerebro procesaba la felicidad de haber conocido a ese forastero en tierra, tal vez, no tan extraña para él, haber disfrutado de la conversación y, sobre todo, de la escucha activa. Si puedes, recarga pilas en este fin de semana (a mí me toca arrimar el hombro con el estudio, pero sin desatender el descanso y la reflexión).