En relación al contenido del post “Entre lo típico y lo sinérgico”, me comentó ayer Paco que en la actualidad pocos negocios son los que se libran de ese tránsito entre lo tradicional y el nuevo mercado que lo tecnológico genera por doquier (Gracias, Paco). Efectivamente, amigo, ya Morrison, Weber y Slywotzky[1] escribían en el año uno de este siglo que el desafío más significativo que afronta una firma mercantil (sea una gran empresa, una pyme, micropyme o, incluso, las empresas de la Red de Redes) hoy es conciliarse con la realidad virtual e integrarse en ella.
Ahora bien, establecer una “Integración Virtual de la Empresa”, IVE, no es un huevo que se echa a freír y traspasa el planteamiento organizativo de teletrabajo o e-commerce. Tampoco hay que pensar que IVE es simple y exclusivamente aplicación tecnológica. No. Es mucho más que todo eso. Es un cambio de chip filosófico, de la manera de entender la producción, la gestión y la comercialización, envolviendo el servicio al cliente mediante la instauración de proposiciones de valor notables y señeras, apalancando la competencia y el entendimiento de las personas que participan en la cadena de valor, lo que irremediablemente deriva en un florecimiento substancial del rendimiento empresarial y un agregado en los beneficios sociales, medioambientales y económicos. Imagen correspondiente a un trozo del flujograma propiedad de "consultoresenlared".
[1] Adrian J.
Slywotzky, Karl Weber, David J. Morrison. How Digital Is Your Business? Editorial: Crown Business. 2000. El 16/09/2014
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