Es que… Hay muchas figuras

Observé en el querubín que la #ilusión inicial por la #expectativa de #compra de un accesorio que conectara sus juegos compatibles con la consola, se convirtió en #sorpresa, primero, y #desorientación y #desmotivación, después, al encontrarse con un mogollón de opciones. A mi pregunta respondió: “Es que… Hay muchas figuras”. Interpreté que su ensueño por la compra de un muñequito, se convirtió en asombro ante el volumen de juguetes donde escoger. Sin embargo, en contra de lo que yo pensaba, este embebecimiento se transmutó en dificultad en la decisión y, por derivación, en cierto #desconcierto y #desilusión (Fuente de la imagen: pixabay).

Me tiré el resto de la tarde reflexionando sobre la situación vivida y su extrapolación al mundo de la #comercialización, el #marketing, la #venta… A mí me pasa, por ejemplo, cuando busco en la Red determinado producto o servicio, ya sea un seguro de coche o un billete de avión. Son tantos los ofrecimientos que se relacionan en la pantalla, que a veces la #indefinición y #desorientación toman posesión en la mente y la capacidad de elección merma sobremanera. Y qué decir de esos agobiantes anuncios, aprovechándose del rastro que dejé en mi primera visita, que me siguen durante días, mientras navego por Internet, generando un sentimiento de rechazo hacia esas pesadas marcas o firmas. ¡Ah! y desconfía de algunos de esos portales que pretenden ayudarte en la elección, que lo que hacen es dirigirte a los proveedores previamente conveniados.

Finalmente, descubro que las #sensaciones descritas en los párrafos anteriores no son exclusivas de mi familia y parece que son sentidas por otras personas. Hace unos años, se escribía en The Economist, You choose, que se han realizado trabajos de investigación donde se manifiesta que los compradores pueden desmotivarse ante la existencia de tropecientas elecciones de compra, debido a que, ante tanta oferta, las energías mentales para procesar toda la información y destilar la decisión, pueden ser tales que no compensen con el previsible resultado de compra final, ninguneando la posibilidad de elegir entre un gran abanico de opciones y promocionando el estrés ante la deliberación y toma de partido. Aquellas empresas que redujeron su gama de productos, incrementaron su margen de beneficio.