Tocó
convivencia con un grupo de amistades y sus respectivas familias. La sobremesa la dedicamos a charlar sobre lo divino y lo
humano de esta sociedad en la que nos toca vivir, derivando la conversación en la
defensa a ultranza que Sebas hizo de la importancia de las relaciones con los
clientes, por encima, incluso del producto o servicio que se esté vendiendo.
Rescató del baúl de
los recuerdos aquella sistemática marketeniana conocida como las 4P, que estudié
por primera vez en las clases de las asignaturas de Marketing y Publicidad de
tercero de Gestión Comercial, en la década de los ochenta del siglo pasado:
producto, precio, distribución (en inglés “place”) y promoción, conjugándola con la también conocida como las 6R: reestructuración, reducción, reutilización,
reciclaje, redistribución y, por derivación, revalorización.
Todo eso del valor de las relaciones con los clientes y el
cultivo "4P x 6R" lo firmo, pero no comulgo con que la trascendencia defendida por el amigo se encuentre
por encima de la calidad del producto o servicio que se ofrece. ¡Cuidado! Son
dos platos de una misma balanza. Si tengo muy buenas relaciones con mis
clientes pero el servicio profesional que les doy es pésimo, mafioso o abusivo: malo, malo. Igualmente al revés, por muy buen producto que tenga, si trato a
los clientes con la punta del zapato: malo, malo (Fuente de la imagen: sxc.hu).