De un tiempo a esta parte, circulan en mi entorno de
relaciones bastantes propuestas de comercialización de productos y servicios.
Percibo de todas buenas intenciones y me siento feliz que se me comenten,
agradeciendo la confianza que se deposita en mi persona, pero sólo algunas
proposiciones las percibo con un grado de interés y un futuro comercial distinto a todo lo que se promueve en este cambio de época que vivimos, desde la óptica comercial, se entiende.
Y es que los creadores o
promotores de ideas presuntamente “triunfantes”, que se pretenden colocar en el mercado,
deben tener en cuenta que actualmente el diseño de un servicio o de un producto
de éxito debe conjugar grandes dosis de lo que Milagros identifica como FOHS,
es decir, funcionalidad, originalidad, hermosura y sostenibilidad, a partes, diría, iguales. También, a la fórmula anterior, añadiría una
“H” más, ésta de honestidad.
Está claro que salvo excepciones, hoy, por muy funcional que
sea el producto o servicio, difícil será convencer al consumidor, comprador o
usuario, si su diseño no es original, hermoso y sostenible. Igualmente, al revés: por mucha hermosura que contenga, si no es
funcional, más bien es o una obra de arte o un fraude en toda regla que otra cosa. Evidentemente, si no es sostenible y honesto, apaga y vámonos (Fuente de la imagen: elaboración propia).