Relativamente asombrado quedé al observar la humildad con la que un proveedor trataba a su cliente, forma que unos podrían catalogarla de desesperanza activa o positiva, es decir, el proveedor pierde y su cliente gana (la desesperanza pasiva o negativa es la peor de todas: todos pierden), pero otros, entre los que me encuentro, la encuadrarían de comprensividad o ductilidad, por no hablar de empatibilidad, enfoque que, embadurnado de transparencia, sinceridad y humanización, pretende propiciar respeto entre ambas partes y, por derivación, construcción de un futuro comercial sólido y dilatado.