Hace ya unos años, en el texto “Cultivo 4P x 6R”, te trasladaba la defensa a ultranza del amigo sobre las relaciones con los clientes, por encima, incluso, del producto o servicio que se esté vendiendo. Rescató del baúl de los recuerdos aquella sistemática marketeniana conocida como las 4P: producto, precio, distribución (en inglés “place”) y promoción, conjugándola con la también conocida como las 6R: reestructuración, reducción, reutilización, reciclaje, redistribución y, por derivación, revalorización.
Pues bien, el fin de semana pasado, el Padre Javier refrescó el proverbio 22.1, del Libro de los Proverbios de la Biblia, que dice así: “Vale más el buen nombre que las muchas riquezas, y ser estimado vale más que la plata y el oro”, poniendo en valor la notoriedad o buena reputación, que trasladada al ámbito comercial configura esa ética de actuación que propicia la cimentación de relaciones perdurables con el cliente, reforzando su compromiso con la adquisición, consumo o uso de nuestros productos o servicios, en definitiva, consolidación de la lealtad del comprador con nuestra empresa.
Para llevar a cabo este planteamiento comercial, que denomino “estrategia del compromiso”, sólo hay que seguir enfoques básicos y lógicos en las relaciones con el cliente, que van desde un conocimiento profundo del servicio que ofrecemos o del producto que vendemos, hasta conformar la calidad de ese servicio y producto mediante la interacción comunicativa bidireccional y periódica de nosotros con el cliente, retroalimentándonos, aprendiendo, para acercarnos a la excelencia, pasando por incorporar un plus de valor en lo que ofrecemos o distinguir, ensalzar, el presente o futuro compromiso del cliente (Fuente de la imagen: pixabay).