Si has seguido estas notas, sabrás que tuve que enfrentarme con la atención al cliente desde muy temprana edad (ver post La Tregua). Después, de una u otra forma, siempre he estado ligado directa o indirectamente con la venta de productos o servicios. En cuanto al merchandising y tiendas en particular, recuerdo mi paso por la empresa de distribución Euromarket, que, por aquel entonces (1990-1993), disponía de 23 supermercados, tres hipermercados y un almacén regulador, además de marca franquiciadora con otro número de establecimientos adheridos.
Ya en euromarket, sabe su director general, Miguel Ángel, ahora ídem en Pinturas Andalucía, que periódicamente me gustaba tirarme una semana a pié de obra o de calle, como se suele decir, en un supermercado o en la sección de un hiper, realizando todas las labores, desde las de reponedor a las de jefe de tienda o de sección. Al tiempo que analizaba los procesos, actividades y tareas, me enriquecía en el trato con los clientes. Todo un impagable master, como años después me diría un respetado profesor de la facultad.
¿A qué viene todo lo anterior? Pues a que recientemente, he tenido la oportunidad de colaborar en la puesta en marcha de un establecimiento especializado en productos vitivinícolas, dentro de un complejo más amplio, y me lo he pasado fenomenal. Evidentemente, he aprendido un montón de mis compañeros y compañeras, desde que no tiene por qué ser lo mismo montar lineales en un supermercado que una estantería expositora de productos de una tienda especializada, o la importancia de los idiomas.
Sin embargo, he observado que otras técnicas siguen teniendo su valor, como la ubicación del comercio, que la exposición llame verdaderamente la atención, que la colocación de los artículos sea atractiva de cara a la compra, un adecuado mobiliario, ser empático y, en síntesis, seducir al cliente de manera personalizada, atenderlo como si te estuvieras satisfaciendo a ti mismo. Te dejo una instantánea en el mostrador.
Ya en euromarket, sabe su director general, Miguel Ángel, ahora ídem en Pinturas Andalucía, que periódicamente me gustaba tirarme una semana a pié de obra o de calle, como se suele decir, en un supermercado o en la sección de un hiper, realizando todas las labores, desde las de reponedor a las de jefe de tienda o de sección. Al tiempo que analizaba los procesos, actividades y tareas, me enriquecía en el trato con los clientes. Todo un impagable master, como años después me diría un respetado profesor de la facultad.
¿A qué viene todo lo anterior? Pues a que recientemente, he tenido la oportunidad de colaborar en la puesta en marcha de un establecimiento especializado en productos vitivinícolas, dentro de un complejo más amplio, y me lo he pasado fenomenal. Evidentemente, he aprendido un montón de mis compañeros y compañeras, desde que no tiene por qué ser lo mismo montar lineales en un supermercado que una estantería expositora de productos de una tienda especializada, o la importancia de los idiomas.
Sin embargo, he observado que otras técnicas siguen teniendo su valor, como la ubicación del comercio, que la exposición llame verdaderamente la atención, que la colocación de los artículos sea atractiva de cara a la compra, un adecuado mobiliario, ser empático y, en síntesis, seducir al cliente de manera personalizada, atenderlo como si te estuvieras satisfaciendo a ti mismo. Te dejo una instantánea en el mostrador.